lunes, 22 de marzo de 2010

Masaje shantala: el equilibrio que tu bebé necesita.

Los masajes te permiten conectarte mejor con tu bebé. Por medio de las caricias vas a lograr su bienestar emocional y espiritual.
El masaje shantala es un método muy antiguo que proviene de la India y que facilita el contacto emocional entre padres e hijos. A partir de las caricias espontáneas, los bebés experimentan sensaciones similares a las que sentían en el vientre materno y esto les da paz y seguridad. Así, el masaje shantala te permitirá pasar un tiempo junto a tu bebé, en el cual sólo te dedicarás a él y a su bienestar emocional y espiritual.

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Además el masaje shantala tiene otros beneficios para tu bebé:
• Tonifica y fortalece los músculos.
• Incentiva la inteligencia.
• Releja a tu bebé para que descanse mejor.
• Alivia los cólicos.
• Favorece la maduración de los aparatos respiratorio y digestivo.


Antes de empezar con los masajes es necesario que tengas en cuenta algunas consideraciones que te ayudarán a crear un vínculo mucho más sano y propicio para la relajación. Los ambientes templados y sin ruidos permitirán que tu bebé se tranquilice y esté más predispuesto a tus caricias. La mejor forma de masajear a tu hijo es acostándolo sobre una mancha acolchada en el piso. Para que los mimos se sientan mejor es indispensable usar aceite, podés untarlo en el cuerpo del bebé o sobre tus manos; así, vas a lograr caricias más suaves y calentitas.
Cuando terminás de masajear a tu niño, lo más recomendable es que lo bañes. No se hace por una cuestión de higiene, sino porque de esta forma se completa la liberación del nene y aumenta su bienestar.


Pasos para el masaje shantala
Para comenzar, debés establecer contacto visual con tu hijo. Luego, posá tus dos manos en su pecho por unos segundos. Si tu bebé permanece tranquilo y expectante es porque está listo para empezar con los masajes.
Desde el pecho, deslizá tus manos por sus brazos hasta que llegues a sus manos. Luego, dibujá círculos en sus palmas y recorré cada uno de sus dedos hasta las puntas.
Podés repetir este procedimiento en sus pies y luego seguir masajeando su pecho, espalda y cabeza. Con las yemas de tus dedos, y con mucho cuidado, podés acariciar la cara de tu hijo desde el mentón hasta la frente.
Una vez que hayas finalizado el masaje acuna a tu bebé sobre tu pecho para que pueda asimilar mejor las caricias que recibió; luego, ya podés bañarlo.

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